"Chuvalo", la leyenda del cuadrilátero
“Desde pequeño era peleonero, además, me gustaba levantar pesas desde cuando tenía como
12 años”, esas fueron las palabras con las que se describió el ex boxeador salvadoreño,
Hernán “Chuvalo” Cubìas, un orgullo nacional debido al lugar obtenido en el Salón de la
fama de New York.
Perteneció a la generación de oro del boxeo salvadoreño “Chuvalo” fue boxeador activo
durante 13 años, su estilo era de los que pegan fuerte: sus golpes favoritos los derechazos
directos al hígado y al mentón, de esta manera ganó 71 veces por la vía del nocaut. Ahora con
31 años de entrenador sigue siendo uno de los referentes del pugilato nacional.
Hernán Cubìas nació en San Vicente, pero se siente más cojutepecano que nadie debido a
que desde los tres años se mudó a Cojutepeque. Procedente de una familia extensa compuesta
por sus padres Antonio Candray y María Luisa Cubìas; él era el mayor de siete hermanos en
donde cuatro son mujeres y 3 hombres.
Sus primeros estudios los realizó en Cojutepeque en donde asistió a la escuela hasta tercer
ciclo, debido a que decidió trabajar y darse “riata”. Recuerda que entre sus juegos estaban el
futbol, el baloncesto y lo que más le encantaba era levantar pesas para verse bien “matón”.
A los 17 años, como ya no iba la escuela, lo reclutaron para el cuartel porque para esa
época era obligatorio hacer servicio militar. Ya en el ejercito fue cuando descubrió que
era bueno para el pugilato, además, los consejos de un general lo animaron para seguir
preparándose. “En el cuartel peleé pero nadie me pudo aguantar” afirmó, asimismo, recordó
perfectamente las palabras que un general le dijo “Mire usted trae para el boxeo, métase a un
gimnasio”, “No le dije yo, a mi sólo me gustan las pesas para estar matón”, agregó. Al final lo
terminó convenciendo y lo llevó al gimnasio Libertad.
Ya en el gimnasio Libertad, un entrador lo comenzó a preparar de lleno, “Pùchica vos sos
bueno para la pelea”, comentó que le decía. A las pocas semanas de entreno tuvo su primer
combate, para ese entonces tenía 19 años, en esa primera lucha ganó por nocaut.
Cubìas evocó que se enfrentó a un sujeto que le llamaban el Campeón, el cual tenía diez
peleas invicto, “Ese día se le quitó la bulla porque lo noqueé era demasiado fuerte, si más lo
mato”, comentó entre risas.
Luego de ese gane lo comenzaron a entrenar a diario y hasta le pagaban los pasajes para que
se trasladara de “Cojute” a San Salvador.
El tiempo como boxeador amateur transcurrió y este le dejó resultados favorables en su
naciente carrera: de 47 peleas ganó 42 por la vía del nocaut, tres por decisión y solamente
perdió dos.
El apelativo “Chuvalo” comentó que se debe
parecía a un boxeador canadiense llamado George Chuvalo, quien era el mejor en pesos
completos. “Me parecía a él en lo fuerte, en lo musculoso y matón”, por lo características
a que
anteriores no pudieron poner otro apodo más que ese. “Ni sabia porque me decían así hasta
que con el tiempo me di cuenta de quien era él”, añadió.
Tras sus hazañas en el Libertad se convirtió en seleccionado nacional su victorias se
acumulaban en los viajes por toda Centroamérica en las que casi nunca vio derrota.
Su primera caída vino para un mundial en Cuba contra un puertorriqueño, luego se sumó otra
pérdida para un Centroamericano y del Caribe contra un panameño, sobre esto explicó que él
había ganado la pelea, pero debido a que reventó todo a su rival los jueces decidieron dar el
gane al canalero.
Su record como profesional fue de 37 peleas dentro de las cuales 32 ganó, tres por decisión y
sólo besó el ring en dos ocasiones.
Chuvalo, como todos lo conocen es de mediana estatura, piel morena, ojos cafés, las arrugas
comienzan a hacer de la suya en su rostro a causa de su edad avanzada, pero que no le impide
ejercitarse 40 minutos todos los días en la Villa Centroamericana.
A los 24 años contrajo matrimonio “cuando uno se casa llega a mejor vida, soltero sólo
jodiendo pasa uno”, manifestó. Producto de esa unión nacieron tres hijos: dos mujeres y un
hombre, pero de entre sus retoños nadie heredó el don del padre “Mejor los preparamos para
que fueran profesionales”, expresó alegando que del deporte no cualquiera come.
Los países a los cuales viajó fueron México, Cuba, Estados Unidos y toda la región
centroamericana.
“A fuerza de pelea pagué los estudios de mis hermanos pues la familia era numerosa y no me
podía hacer el “loco” con la ayuda del hogar”, comentó. En su familia todos son “preparados”
y ninguno siguió sus pasos. “Cómo son las cosas cuando uno es bueno con sus hermanos, bien
sale todo. Si yo hubiera sido fregado con ellos, quizás no hubiera sido así”, asimismo, explicó
que para esos años se ganaba buen dinero “cada buena pelea me compraba un carro”, apuntó
que hubo ocasiones en que llegó a ganar de 8,000 a 11,000 colones por pelea “De eso hice mi
casita”, manifestó.
A los 33 años y ante la falta de visión gubernamental, en 1980 decide retirarse del pugilato
debido que para ese tiempo no había promotores para los atletas, además, mencionó que
carecían de entrenadores. En el año de su retiro estaba como octavo mejor en el ranking
mundial de boxeo. “Yo podía seguir peleando, estaba fuerte” aseguró.
Desde el momento de su despedida del ring se dedica a preparar jóvenes que tienen talento
para el combate. En la actualidad se desempeña como entrenador nacional de la selección
mayor de boxeo, además, explicó que debido al bajo salario que le paga el Instituto Nacional
de los Deportes (INDES) tiene que hacer trabajo extra como taxista. “Después del entreno me
voy a echar mi viajecito, es que el sueldo no alcanza”.
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