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domingo, 19 de febrero de 2012

La Semblanza II (ejemplo)

"Chuvalo", la leyenda del cuadrilátero




“Desde pequeño era peleonero, además, me gustaba levantar pesas desde cuando tenía como

12 años”, esas fueron las palabras con las que se describió el ex boxeador salvadoreño,

Hernán “Chuvalo” Cubìas, un orgullo nacional debido al lugar obtenido en el Salón de la

fama de New York.

Perteneció a la generación de oro del boxeo salvadoreño “Chuvalo” fue boxeador activo

durante 13 años, su estilo era de los que pegan fuerte: sus golpes favoritos los derechazos

directos al hígado y al mentón, de esta manera ganó 71 veces por la vía del nocaut. Ahora con

31 años de entrenador sigue siendo uno de los referentes del pugilato nacional.

Hernán Cubìas nació en San Vicente, pero se siente más cojutepecano que nadie debido a

que desde los tres años se mudó a Cojutepeque. Procedente de una familia extensa compuesta

por sus padres Antonio Candray y María Luisa Cubìas; él era el mayor de siete hermanos en

donde cuatro son mujeres y 3 hombres.

Sus primeros estudios los realizó en Cojutepeque en donde asistió a la escuela hasta tercer

ciclo, debido a que decidió trabajar y darse “riata”. Recuerda que entre sus juegos estaban el

futbol, el baloncesto y lo que más le encantaba era levantar pesas para verse bien “matón”.

A los 17 años, como ya no iba la escuela, lo reclutaron para el cuartel porque para esa

época era obligatorio hacer servicio militar. Ya en el ejercito fue cuando descubrió que

era bueno para el pugilato, además, los consejos de un general lo animaron para seguir

preparándose. “En el cuartel peleé pero nadie me pudo aguantar” afirmó, asimismo, recordó

perfectamente las palabras que un general le dijo “Mire usted trae para el boxeo, métase a un

gimnasio”, “No le dije yo, a mi sólo me gustan las pesas para estar matón”, agregó. Al final lo

terminó convenciendo y lo llevó al gimnasio Libertad.

Ya en el gimnasio Libertad, un entrador lo comenzó a preparar de lleno, “Pùchica vos sos

bueno para la pelea”, comentó que le decía. A las pocas semanas de entreno tuvo su primer

combate, para ese entonces tenía 19 años, en esa primera lucha ganó por nocaut.

Cubìas evocó que se enfrentó a un sujeto que le llamaban el Campeón, el cual tenía diez

peleas invicto, “Ese día se le quitó la bulla porque lo noqueé era demasiado fuerte, si más lo

mato”, comentó entre risas.

Luego de ese gane lo comenzaron a entrenar a diario y hasta le pagaban los pasajes para que

se trasladara de “Cojute” a San Salvador.

El tiempo como boxeador amateur transcurrió y este le dejó resultados favorables en su

naciente carrera: de 47 peleas ganó 42 por la vía del nocaut, tres por decisión y solamente

perdió dos.

El apelativo “Chuvalo” comentó que se debe

parecía a un boxeador canadiense llamado George Chuvalo, quien era el mejor en pesos

completos. “Me parecía a él en lo fuerte, en lo musculoso y matón”, por lo características

a que

anteriores no pudieron poner otro apodo más que ese. “Ni sabia porque me decían así hasta

que con el tiempo me di cuenta de quien era él”, añadió.

Tras sus hazañas en el Libertad se convirtió en seleccionado nacional su victorias se

acumulaban en los viajes por toda Centroamérica en las que casi nunca vio derrota.

Su primera caída vino para un mundial en Cuba contra un puertorriqueño, luego se sumó otra

pérdida para un Centroamericano y del Caribe contra un panameño, sobre esto explicó que él

había ganado la pelea, pero debido a que reventó todo a su rival los jueces decidieron dar el

gane al canalero.

Su record como profesional fue de 37 peleas dentro de las cuales 32 ganó, tres por decisión y

sólo besó el ring en dos ocasiones.

Chuvalo, como todos lo conocen es de mediana estatura, piel morena, ojos cafés, las arrugas

comienzan a hacer de la suya en su rostro a causa de su edad avanzada, pero que no le impide

ejercitarse 40 minutos todos los días en la Villa Centroamericana.

A los 24 años contrajo matrimonio “cuando uno se casa llega a mejor vida, soltero sólo

jodiendo pasa uno”, manifestó. Producto de esa unión nacieron tres hijos: dos mujeres y un

hombre, pero de entre sus retoños nadie heredó el don del padre “Mejor los preparamos para

que fueran profesionales”, expresó alegando que del deporte no cualquiera come.

Los países a los cuales viajó fueron México, Cuba, Estados Unidos y toda la región

centroamericana.

“A fuerza de pelea pagué los estudios de mis hermanos pues la familia era numerosa y no me

podía hacer el “loco” con la ayuda del hogar”, comentó. En su familia todos son “preparados”

y ninguno siguió sus pasos. “Cómo son las cosas cuando uno es bueno con sus hermanos, bien

sale todo. Si yo hubiera sido fregado con ellos, quizás no hubiera sido así”, asimismo, explicó

que para esos años se ganaba buen dinero “cada buena pelea me compraba un carro”, apuntó

que hubo ocasiones en que llegó a ganar de 8,000 a 11,000 colones por pelea “De eso hice mi

casita”, manifestó.

A los 33 años y ante la falta de visión gubernamental, en 1980 decide retirarse del pugilato

debido que para ese tiempo no había promotores para los atletas, además, mencionó que

carecían de entrenadores. En el año de su retiro estaba como octavo mejor en el ranking

mundial de boxeo. “Yo podía seguir peleando, estaba fuerte” aseguró.

Desde el momento de su despedida del ring se dedica a preparar jóvenes que tienen talento

para el combate. En la actualidad se desempeña como entrenador nacional de la selección

mayor de boxeo, además, explicó que debido al bajo salario que le paga el Instituto Nacional

de los Deportes (INDES) tiene que hacer trabajo extra como taxista. “Después del entreno me

voy a echar mi viajecito, es que el sueldo no alcanza”.

La Semblanza

Roberto Hernández, un hombre nacido para el deporte




“Aprender a nadar es como aprender a leer. La natación es vital, sirve para la salud, la vida y para no morir”, este es el eslogan que pregona uno de los primeros profesores de educación física formado en la antigua Escuela Superior de Educación Física de El Salvador (ESEFIES).
Roberto Hernández, deportista, profesor de educación física, licenciado en psicología, impulsor de la construcción del Complejo Deportivo de la Universidad de El Salvador, fundador de la carrera de física en la Universidad Pedagógica, líder de los profesores de Educación Deportiva y actualmente administrador del Polideportivo de la UES.
El profesor Roberto nació en el Barrio San Rafael, Santa Ana, en 1948. Su familia estaba compuesta por cuatro miembros, su padre –quien murió cuando él tenía siete años- su madre y su hermana (actualmente en los Ángeles).
Josefina Hernández, su madre, le dio su educación con la ayuda de un pequeño negocio que tenía en el pueblo, pero no estaba de acuerdo con que su hijo estudiara deporte. “A mi madre no le gustaba mucho porque gastaba los zapatos y rompía la ropa…pero  al final mi mamá terminó cediendo ese terreno”.
Sus estudios básicos los realizó en la Escuela Tomas Medina de Santa Ana, un centro educativo con un sistema de enseñanza estadounidense, donde el arte, la cultura y el deporte eran las características más sobresalientes. En este periodo educativo los profesores le inculcaron el deporte hasta el punto de convertirse en su mayor anhelo. A los 12 años ya conocía las reglas de los deportes y momentos después se dedicó a elaborar bates, pelotas y raquetas artesanales, todo esto impulsado por el amor a la práctica del deporte que crecía en lo más íntimo de su vida.
 Posteriormente estudió su educación estándar en la en la Escuela Normal Gerardo Barrios, también  ubicada en la zona occidental del país, en donde se graduó como profesor de educación física en el año de 1968, luego pasó a estudiar bachillerato para luego saltar a la Escuela Superior de Educación Física en la que terminaría de pulir sus habilidades de enseñanza con respecto a los deportes. Cabe destacar que todos sus estudios los realizó becado, gracias a su gran desempeño como estudiante.
En su decisión por enseñar el deporte incidió mucho un profesor de educación básica, a quien admira mucho. Su nombre es Rigoberto Gómez, un pedagogo amante de la enseñanza que a pesar de que no impartía educación física, siempre tenía una pelota de fútbol bajo su escritorio. Este  educador los motivaba diciéndoles que si estudiaban los iba a llevar a practicar balompié u otro deporte.
Hernández, en su trayectoria deportiva practicó fútbol, en la liga de ascenso con el San Rafael de Santa Ana, softball federado, tenis y su preferido de todos, la natación. Fruto de su esfuerzo y amor por el deporte participó en los juegos realizados en los Ángeles, Estados Unidos, en el año de 1984.
Su gran amor por las pelotas, su destreza y gran responsabilidad pronto lo llevarían a ser docente del Instituto de Santa Ana (1971) y un año después de la escuela de Educación de Física “Ciudad Normal”. Luego, en 1973, dio un gran salto tras convertirse en el profesor de educación física más joven en detentar el cargo de Jefe Departamental de Educación Deportiva de la zona occidental.
En 1986 llegó al gran San Salvador para adquirir el cargo de Director de la Escuela Superior de Educación Física y para 1992 consiguió escalar un peldaño más, pues, fue nombrado Director General de Educación Física. En el 2005 tocó a la Universidad Pedagógica, en la que creó la carrera de Educación Física.
Pero, el logro más significativo en su carrera laboral lo consiguió en 1995, fecha en la que alcanzó el cargo de Director Ejecutivo del INDES, mano derecha del Presidente, Enrique Molins.
Durante el periodo que estuvo en el Instituto Nacional de los Deportes tuvo la oportunidad de recibir talleres deportivos por Latinoamérica   y Europa. Entre los países que visitó están: Canadá, Chile, Estados Unidos, México e Italia, España, en éste último visitó el estadio Santiago Bernabéu, donde fue recibido como funcionario de gobierno, además, pudo presenciar  el partido entre el Real Madrid vs. Real Betis.
Del mismo modo, tuvo la oportunidad de conocer a grandes personalidades como es el caso de la expresidente de Nicaragua, Violeta de Chamorro, el Gobernador de Puerto Rico y el más importante, el Rey Juan Carlos de España, con quien tiene una foto estrechando las manos.
Pero, lo más importante que hizo durante su presencia en el INDES fue impulsar el proyecto de construcción del Complejo Deportivo de la UES, en el que se llevaron a cabo los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en 2002.
Actualmente, el Lic. Roberto Hernández trabaja de Gerente Administrativo del Polideportivo de la Universidad de El Salvador, tiene cuatro hijos, dos de ellos deportistas. Ronald Hernández, nadador profesional y Robert Hernández, profesional del arco y la flecha, quien en junio de este año estuvo participando en el Campeonato Mundial de Tiro con Arco.
Su esposa es catedrática de Enfermería en la Universidad de El Salvador, una mujer que adorara mucho y con quien comparte todo su tiempo libre, ya sea comiendo su comida favorita (los derivados del maíz) o apoyando a sus hijos en las competencias en las que participan, asimismo, visitan la iglesia con frecuencia.
Su música preferida es el rock suave y para bailar prefiere la cumbia, ya que es la mejor para mover el bote.
El psicólogo Hernández de 62 años, aproximadamente un metro 70 y con un cuerpo bien estable, pues, practicar el deporte le ha ayudado a mantenerse con gran condición física, hasta la fecha. Sus negros y cansados ojos y su asoleada piel, son tres indicativos que denotan su larga trayectoria deportiva de este animoso y amable líder.
“Soy una persona que tiene como potencial el controlar las emociones de los demás y ser un hombre sociable”, con estas dos oraciones se describió el Licenciado, Roberto.
El polideportivo de la Universidad de El Salvador es testigo, hoy, del constante y arduo trabajo que desempeña su Gerente  dentro de las instalaciones deportivas. Sus canchas lucen bien cuidadas y la infraestructura pintada y limpia. “La cara bonita del Complejo Deportivo es gracias al trabajo en equipo”.
Para el profesor Hernández el futuro más prospero para los jóvenes de hoy está en la práctica del deporte, pues, es una actividad que aleja a las personas de las malas mañas, además, de que ayuda al cuerpo para soportar el largo caminar de la vida.
“Yo era el dueño de las regalas y de las pelotas”. Estas dos frases resumen el camino lleno de reglas y pelotas que siempre guiaron su vida y lo llevaron a ser una persona con gran trayectoria deportiva y laboral. Roberto Hernández, un nadador, jugador y tenista con más de 50 años de matrimonio con el deporte salvadoreño, actividad a la que le entregó toda su juventud, pero que después le retribuyó con trabajos su amor, sin duda, un gran ejemplo a imitar por las futuras generaciones.